La discreción, clave para algunos tipos de negocio

Hace unos meses atrás abrí un negocio en mi pequeña ciudad donde vendía productos eróticos. Pensaba que me iría bien, ya que compraba todo al por mayor en tiendas como Comercial Apra, donde venden preservativos a granel, sábanas desechables y todo este tipo de artículos. Es por esto que la diferencia entre el precio al que yo compraba el producto y al que lo vendía era grande, de forma que no podía fallar nada.

Pero lo cierto es que los resultados no eran para nada buenos. Todo estaba muy bien pensado y no veía el error, hasta que hablando con mis amigos acerca de que no entraban muchos clientes a la tienda ellos me abrieron los ojos y comenzaron a explicarme la verdadera razón. Apuntaron a la diana totalmente, porque no podían estar más acertados. Para mi grupo de amistados, el hecho de no tener muchos clientes se debía a que vivíamos en una ciudad pequeña y a la gente le daba palo entrar al establecimiento, ya que cualquier conocido le podría ver y ya sabía a lo que iba, porque era una tienda especializada en productos eróticos. En España, ya se sabe, todavía tenemos tabús en todos estos temas de la sexualidad, así como en lo relacionado con el consumo de películas eróticas, por lo que no queremos que se nos relacione con esto. A diferencia de lo que puede pasar en otras ciudades más grandes como puede ser la capital, Madrid, cuando sales a la calle en una urbe pequeña es sencillo que te encuentres con alguien conocido.

Así, dispuesto a no tirar la toalla con mi idea de negocio, simplemente convertí la tienda en mi central de operaciones, por así decirlo, y abrí una página web desde la que vender todo este tipo de productos, para aprovecharlos y darle salida. Un amigo que sabe de informática fue el encargado de diseñarme la web y ella expusimos fotos de todos los productos y, además, añadimos algo muy importante: envíos totalmente discretos, de forma que nadie (ni el cartero ni los vecinos) podrían saber qué era lo que iba en los paquetes y ni siquiera intuirlo porque en la dirección del remitente no aparecía el nombre de la empresa, sino solo un apartado postal.

Ahora, por suerte, el negocio, gracias a la discreción, funciona de maravilla. Es curioso además que tengo clientes de mi ciudad, los que antes no se atrevían a entrar, pero también he abierto mercado hacia otro tipo de público potencial, ya que la suerte de las páginas web es que podemos llegar a cualquier otro lugar del mundo. De esta forma tengo compradores en el resto de España pero también de vez en cuando me compran desde otras partes del mundo. Y todo gracias a la discreción.

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Otros negocios que funcionan gracias a la discreción

El mío no es el único caso empresarial de éxito basado en la discreción, sino que hay otro tipo de negocios en los que esta es una condición clave para sacarlos adelante. Ocurre por ejemplo en los moteles donde la gente acude para tener relaciones esporádicas o extramatrimoniales, así como en los clubes de striptease.

Asimismo, y fuera de todo lo relacionado con el erotismo y el sexo, es conocido que muchos profesionales trabajan gracias a que saben guardar secretos. Desde modistos hasta peluqueros, pasando por los profesionales de la estética o de los bancos. Me explico. Por ejemplo, cualquiera de estos trabajadores que a los que acuda un personaje como una reina o una celebrity buscando sus servicios, seguramente dejaría de tener trabajo o empleo si comenzase a salir por las televisiones contando su experiencia o las intimidades de los famosos para los que ha hecho alguna tarea.

Actualmente, la confidencialidad es una de las características más valoradas entre los profesionales de diferentes servicios, y esto es solo una muestra de ello.

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