Estafas de constructoras en plena pandemia

Dicen que con la crisis sanitaria que estamos viviendo se ha movido mucho el tema de la vivienda de alquiler e incluso de la compra-venta de vivienda entre la población, pero la realidad es otra muy diferente. Lo que ha pasado es que quien ha tenido la oportunidad de mudarse a una vivienda que cubra mejor sus necesidades lo ha hecho, sobre todo ahora que le ha visto las orejas al lobo con el tema del confinamiento, ya que si pensamos en pasar más tiempo del acostumbrado dentro de casa lo mejor es tener una casa cómoda y segura que nos aporte calidad de vida.

Sin embargo, también son muchos los que han perdido el empleo, los que no lo han perdido pero tienen tiempo de perderlo y prefieren ahorrar y no invertir en nada, e incluso hay quien prefiere apostar por reformar su vivienda actual buscando ese tipo de calidad de vida sin tener que hipotecarse tropecientos años más. De hecho, y bajo mi experiencia, el sector inmobiliario se ha movido mucho menos de lo esperado durante este 2020 y solo se ha visto un poco de luz gracias a esos casos en los que familias pudientes han vendido, o no, sus viviendas en las grandes ciudades para poder alquilar o comprar otras viviendas con más espacio interior y exterior en las afueras de las mismas. Eso, y los pocos y aislados casos de familias menos pudientes que sí se han liado la manta a la cabeza son los que han salvado al sector ligeramente, y recalco lo de ligeramente, porque hablo tanto de la compra-venta de vivienda nueva como la de segunda o tercera mano.

Incluso se ha visto un pequeño incremento de extranjeros que han decidido vender sus inmuebles en la costa del sol para volver a sus países, o directamente porque no han venido este año  disfrutar de nuestras playas y han pensado que era la ocasión perfecta para cambiar de aires. Hay a quien esto le produce terror pensando en una escampada descomunal de residentes extranjeros en nuestras costas, gente que se deja mucho dinero en nuestros comercios y establecimientos hosteleros, pero yo no soy de esa opinión. Que este año todos estamos mal es algo obvio, pero creo que el extranjero que quiere vivir en un clima como el nuestro volverá en cuanto amaine la tempestad.

El problema es que las ganas de vender lo construido de obra nueva que está vacío varios meses, incluso las ganas de acabar lo que se empezó a construir pero no se acabó porque llegó el confinamiento, han provocado las prisas de constructoras e inmobiliarias hasta el punto que se han dejado alguna que otra cosa por hacer a pesar de que estaba ya “prometida” a los compradores. Personalmente ya conozco dos casos de compra de vivienda de obra nueva donde los nuevos propietarios han tirado a hacer obra para mejorar ciertas instalaciones o sistemas del hogar y se han encontrado con algún que otro susto.

Caso 1: la vivienda húmeda

Quienes viven cerca de la costa mediterránea saben que la humedad es muy incómoda. Se mete en las paredes de los hogares y en invierno hace más frío dentro de casa que fuera. Para nuestro cuerpo tampoco es plato de buen gusto, pues ya puedes ponerte mantas que lo que sientes es eso de que “el frío se te ha metido en los huesos” y no hay forma de sacarlo. Y todo esto suponiendo que esa humedad no cree problemas mayores en la vivienda a nivel de estructura u hongos.

En este caso, el nuevo propietario de un bonito piso de tres habitaciones y dos baños situado en una nueva urbanización con bonitas instalaciones cerca del mar notó que, cuando empezó el mes de noviembre, empezaba a hacer demasiado “fresco” en casa y pensando en que sería una mejora para toda la vida decidió contratar la instalación de nuevos cerramientos, con ventanas de PVC y cristales aislantes. ¡Cuál fue su sorpresa cuando el instalador picó alrededor de las ventanas actuales para soltarlas y le dijo al orgulloso propietario que las paredes exteriores del edificio no tenían cámara de aire!

La cámara de aire es, como su nombre indica, un espacio vacío que se deja entre la pared exterior de un edificio y la pared interna de las estancias y que a veces se rellena de un material aislante o no para mejorar la eficiencia de dicho hogar. En este caso, no es que no hubiera material aislante, es que ni siquiera habían construido esa cámara de aire entre las paredes por lo que entre los habitantes del edificio y el exterior solo había una fina capa de ladrillo y hormigón. Normal que hiciera frío y la humedad estuviera empezando a hacer acto de presencia ¿verdad?

¿Cuál fue la excusa de la constructora? Pues que la prisa por acabar el edificio lo antes posible y poder entregar las llaves a los nuevos propietarios en las fechas estimadas les obligó a prescindir de algunos acabados o mejoras con el fin de cumplir con su calendario. La culpa, por supuesto, no es suya, fue del Gobierno por decretar el Estado de Alarma en marzo y paralizar la obra hasta junio.

Según los profesionales de Reforma Integral Granada, la creación de la cámara de aire con la segunda pared interior en el edificio podría haber demorado la obra un mes, más o menos, algo que los propietarios habrían aceptado casi con total seguridad con tal de no tener que prescindir de algo tan importante para la eficiencia del hogar, pero el ahorro económico que supone no hacer esa tarea es realmente importante. En otras palabras, que probablemente querían ahorrar costes y no tiempo de trabajo.

Caso 2: adiós a los acabados de lujo

Puede que una vivienda no prescinda de nada, incluso que tenga detalles que jamás pensaste en instalar en tu hogar como hilo musical, electrodomésticos de acero inoxidable, puertas de madera maciza o cerramientos de alta gama. Aunque, tal vez, esa alta gama no sea tanta.

En este segundo caso los nuevos propietarios de otro piso en una urbanización que supuestamente iba a ser de lujo se encontraron con que el hilo musical de su nueva vivienda no era lo esperado, con que los electrodomésticos instalador no tenían la calidad prometida, con que las puertas de madera maciza tal vez no eran tan macizas y con mil detalles más que a muchos nos pasarían desapercibidos pero no a una persona que se ha dedicado toda la vida a la construcción.

Se quejaron, por supuesto, y la constructora no dejó de echar balones fuera asegurando que la vivienda contenía todo lo prometido, y puede que fuera verdad, pero no en la calidad que aseguraban sobre plano.

Ante este tipo de “estafas”, ¿qué podemos hacer? Pues tal y como nos explican estos abogados especialistas en reclamaciones por defectos de la construcción lo primero es conseguir la publicidad que hacían del edificio, los documentos donde nos contaban todo lo que tendría nuestra vivienda y la urbanización al completo, los planos del edificio a ser posible y luego contratar a un profesional que realice un informe del estado en el que hemos encontrado la vivienda una vez que hemos accedido a ella para empezar a residir. En ese informe no solo debe constar lo que tiene o no tiene dicha vivienda, sino también las calidades que tiene, para poder luchar por cada punto que nos prometieron.

La realidad es que hay constructoras muy buenas y éticas que cumplen a rajatabla con lo prometido pero también hay muchísimas otras que escabullen el bulto abaratando en costes miles de cosas prometidas en la que creen que el propietario no deparará o, directamente, en las que no son visibles (como el aislamiento). Este tipo de comportamiento, lo queramos disculpar o no, son estafas, pues el propietario paga por una serie de cosas que al final no recibe, o que recibe en peor calidad que lo establecido en un primer momento y, por ende, en estos casos se puede luchar por una compensación económica o porque, directamente, la constructora cubra los gastos de una reforma en la vivienda que la deje tal y como la prometieron en un primer momento. Aunque, recalcan, que el éxito de esta reclamación muchas veces parte de la consecución, o no, de la documentación previa que se pueda conseguir por lo que aconsejan a los posibles compradores de cualquier tipo de vivienda de obra nueva que guarden toda la publicidad o documentación que puedan darles las inmobiliarias o constructoras antes de formalizar una compra. Es más, tal y como nos aseguran, si solicitamos los planos están obligados a dárnoslos o, en su defecto, podemos solicitarlos al ayuntamiento ya que deben dejar una copia de los mismos (por ley), aunque esa copia solicitada no será gratuita.

Lo que no podemos hacer, con pandemia o sin  ella, es conformarnos con menos de lo que hemos pagado o con menos de lo que nos han prometido.

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