La sociedad en la que vivimos es realmente cruel con mucha gente. No cabe la menor duda de que es la propia sociedad la que nos hace tener tabúes y complejos y, desde luego, está claro que en el caso que se refiere a nuestra estructura física es realmente uno de los ejemplos más evidentes de ello. Desde todos los sitios nos han dicho que, para ser guapos o guapas, tenemos que estar delgados, hacer ejercicio y cuidar de nuestra línea. Quien no cumple con esos estándares, no entra en el selecto grupo.
Esta concepción, no obstante, ha abierto una nueva línea de negocio relacionada con la salud. Y es que la demanda de algún tipo de tratamiento estético para corregir imperfecciones se ha multiplicado de un tiempo a esta parte en todos y cada uno de los países de la Unión Europea. Esto ha hecho posible y necesaria la creación de una gran variedad de empresas dedicadas a estas facetas, que han encontrado un contexto perfecto para encontrar su rentabilidad y ayudar a todas aquellas personas que lo solicitan.
Ha tenido un especial impacto este asunto en un público como lo son las mujeres, que se han visto mucho más necesitadas de este tipo de tratamientos a causa de las fuertes imposiciones que la sociedad ha tenido en ellas. Desde que tenemos uso de razón, nos han vendido que una mujer guapa y bien cuidada es más apta. Aunque lo cierto es que nada tiene que ver el físico o la productividad, lo cierto es que muchas mujeres se han visto obligadas a transformar algún punto de su cuerpo para parecer tan buena y eficaz como realmente es. Y las empresas relacionadas con la estética femenina han puesto su granito de arena para que lo puedan conseguir.
Un artículo que fue publicado en el portal web En Femenino y cuyo titular no era otro que el de «odio mi cuerpo» hacía referencia a todas esas cuestiones por las cuales las mujeres suelen tener algún tipo de reparo a la hora de exhibir su físico. La imagen de la mujer perfecta que se desprende de los medios de comunicación, la obsesión que la sociedad nos hace tener acerca de nuestro propio cuerpo y la falta de autoestima que está relacionada directamente con el hecho de no que no nos guste nuestro cuerpo son algunos de los temas que se mencionan en dicho texto.
Vivimos en un momento en el que, por fortuna, muchas mujeres se han empoderado y han desafiado los prejuicios laborales que existen contra ellas en el aspecto económico y empresarial. Sin embargo, y por desgracia, a la hora de ser ascendidas o simplemente contratadas, la sociedad sigue demandando que presenten un aspecto que sea estéticamente perfecto. Hemos charlado al respecto de este asunto con los responsables de Medicina Estética Rosa Bonal, especializada en este tipo de asuntos, y nos han comentado que sigue habiendo muchas mujeres que deciden acometer un cambio en su cuerpo con objetivos laborales.
La escasa promoción de las mujeres hace que odien su cuerpo
Muchas mujeres son conscientes de que, no poseyendo el cuerpo que se entiende socialmente como perfecto, no tienen la posibilidad de obtener una promoción en el trabajo. O que no tienen directamente ninguna posibilidad de acceder a un trabajo. Esta situación de injusticia hace que las propias mujeres odien su cuerpo, tal y como apunta un artículo publicado en el diario El País allá por abril de 1986. Y es que la situación es terriblemente injusta sobre todo teniendo en cuenta que las cosas no han cambiado desde hace más de 30 años.
La posición de la mujer en el trabajo sigue estando por debajo de lo que realmente debería. Y ese es un error garrafal. Aunque hay que luchar por corregir esas injusticias sociales que solo tienen en cuenta en el ámbito laboral a las mujeres con un cuerpo de 10, también es cierto que existen maneras de combatir todos los pequeños defectos que pueden afectar al cuerpo de una mujer gracias a la medicina estética, que se ha convertido en la mejor aliada para que la mujer siga teniendo, en muchas ocasiones, acceso a un puesto de trabajo.
Afortunadamente, parece que en el ámbito de la economía y las empresas empezamos a ver brotes verdes en lo que respecta a la aparición de mujeres con cargos de responsabilidad. Esta, que es una buena noticia, debe ser solo la punta del iceberg. Y es que un mundo en el que las mujeres tengan más presencia puede llegar a ser un mundo mejor. Ya hay estudios que aseguran que los empleados y empleadas que trabajan para una mujer son más felices. ¿Casualidad? Nosotros no creemos en ese tipo de fenómenos.