Mucho ha evolucionado la arquitectura desde la época en que se levantaron las pirámides. Esas obras de ingeniería que todavía hoy, asombran a quien las visitas, son una muestra de cómo se debe construir de forma eficaz y duradera. Levantada en el siglo en el años dos mil quinientos sesenta antes de Cristo, las piedras con las que se construyó, fueron cortadas conforme a una medida que pudiera ser transportada. Todavía está considerada como un misterio la forma en que levantaron esas estructuras con los medios de la época.
Ya entonces, los avezados egipcios, siendo una potencia en cuanto a adelantos, utilizaban en sus construcciones más mundanas, adobe. Ladrillos de barro y paja que tras secarse al sol, utilizaban para construir viviendas.
Todas las civilizaciones han ido aportando su granito de arena a la forma de construir y por supuesto, a los materiales de construcción.
Desde las casas de paja, la madera o la piedra, el ser humano siempre ha buscado la mejor manera de procurarse un refugio. Lejos de los primeros tiempos en los que las viviendas eran cuevas excavadas o existentes en las rocas o montañas, ahora construimos a nuestro antojo.
Como tenemos mente inquieta y curiosa, a algunos, aunque sepamos cómo se construyen las edificaciones hoy dio, nos gusta saber un poquito más. Como los materiales que se utilizan y algunas de las propiedades que los convierten en ideales para el efecto. Para ello, hemos hablado con los profesionales de Geneop, que nos han contado algunas cosas interesantes al respecto.
Para empezar, nos han indicado que dado que los materiales de construcción se utilizan de forma masiva, deben ser fabricados con materias primas que sean abundantes en el medio y además, se fabriquen a bajos costes. De ahí que la inmensa mayoría, se fabriquen a partir de materiales cuya disponibilidad es elevada, como la arena, la arcilla o la piedra.
Otra de las características con las que deben contar estos materiales, es que los procesos a los que debe someterse para ser creados, sean de bajo coste, consuman poca energía en su fabricación y no sean muy complicados de fabricar.
Si el resultado final de un material de construcción es más complicado o costoso, evidentemente, su precio de venta, será mayor. Como es el caso del vidrio frente al ladrillo. Ambos provienen de la arena y la arcilla respectivamente, sin embargo, el vidrio tiene una producción más compleja.
En la variedad, está el gusto
Tipos de materiales hay muchos. Cada vez más, podría decirse, pues la tecnología apoya bastante a este sector en continua investigación y desarrollo. Abaratar costes, mejorar calidades es una de las finalidades de innovar con nuevos y mejores materiales.
Puesto que la construcción de edificios se supone algo que debe permanecer en el tiempo y resistir a las circunstancias del medio, los materiales con los que se edifique, deben ser duraderos. Además, a tenor de la finalidad de la construcción, deberán presentar otras propiedades como dureza, resistencia mecánica, al fuego o una fácil limpieza.
Como es lógico, ninguno de los materiales existentes para la construcción, reúne todas las cualidades necesarias para ser únicos. Generalmente, se complementan entre sí. Son los arquitectos e ingenieros quienes se encargan de decidir que materiales convienen más a una u otra edificación.
La utilización adecuada de los materiales se consigue conociéndolos bien. Saber que propiedades poseen, que ofrecen y cuál es su utilidad más específica, contribuirá a un mejor aprovechamiento de los recursos.
Según la materia prima con la que se fabriquen, los materiales de construcción se clasifican en los siguientes grupos:
- Pétreos. Como su propio nombre indica, estos materiales proceden de la piedra. Como tal se obtienen directamente de la naturaleza y puede utilizarse tal cual o tratarse para obtener subproductos y otros tipos de materiales. Entre ellos, cabe destacar el mármol, el granito, la piedra caliza, pizarra, arenisca, grava, mortero, yeso, cemento, hormigón, arena y vidrio. Ampliamente conocidos y utilizados en infinidad de construcciones.
- Cerámicos. La arcilla presenta muchas similitudes a nivel químico con la arena. Sin embargo cuando está húmeda, resulta plástica y al mezclarse con otros elementos existentes en el propio suelo, se forma el barro. Al calentarse por encima de los novecientos grados centígrados, se endurece. Los productos que se obtienen con ese proceso son de gran diversidad y también de sobra conocidos: ladrillos, teja, gres o azulejos por ejemplo son resultado de esa elaboración.
- Metálicos. En este apartado, el aluminio cada vez se utiliza más en la construcción. Siendo como es, el metal más abundante de la tierra, hay que aprovechar sus cualidades. Junto al hierro, es de los más utilizados. Este último en una aleación con carbono, da como resultado el resistente acero. La combinación de acero con hormigón, da como resultado el hormigón armado. Prácticamente indestructible.
- Orgánicos. Se entiende por estos elementos los que proceden de materias primas “vivas”, como la madera. Todos los derivados de la misma y en todas sus versiones, han sido ampliamente utilizados a lo largo de la historia. Aún siguen dentro del mercado de la construcción por sus propiedades y por supuesto, estética en según que acabados. Otros materiales orgánicos que se han utilizado aunque ahora no sea habitual son la paja, el corcho o el bambú.
- Sintéticos. Aquí se engloban básicamente los plásticos derivados del petróleo. Ampliamente utilizados en el sector debido a que son poco alterables una vez producidos. La gama de productos de origen sintéticos abarca desde aglomerantes, sellantes, aislantes o impermeabilizantes hasta pinturas, barnices o esmaltes.
Variedad hay, aplicaciones también. La combinación de estos materiales, da como resultado impresionantes obras arquitectónicas o viviendas con calidades excepcionales.
Propiedades de los materiales
Todos estos materiales deben cumplir una serie de requisitos y contar con propiedades que los conviertan en aptos para su fin. De poco vale un material que en la práctica va a resultar endeble e incapaz de sostener el techo. Por poner un ejemplo, si se intentara levantar un rascacielos de madera, casi con total seguridad, no aguantaría en pie el primer temporal. Debe combinarse con otros materiales que soporten la adversidad climatológica.
Tienen que contar con una densidad acorde con su propósito, la relación entre la masa y el volumen tiene que ser adecuada.
Deben poseer capacidad para absorber el agua, esto se conoce como higroscopicidad. Importante a la hora de evitar posibles humedades.
El coeficiente de dilatación que permite una variación del tamaño de las piezas en función de la temperatura. Tiene que tenerse en cuenta ya que algunos materiales dilatan con el calor y menguan con el frio.
También es importante la conductividad térmica que es la facilidad con la que los propios materiales conducen el calor.
La resistencia mecánica que presentan los materiales a la hora de soportar golpes o esfuerzos que sobrevengan por ejemplo de una tormenta o colisión.
Tras sufrir ese esfuerzo, la elasticidad que posea el material para volver a su forma original.
Lo contrario de la elasticidad es la plasticidad que presenta el material en cuestión. Esto consiste en la deformación permanente que puede ofrecer el material.
Por último, la rigidez que es la misma resistencia que presenta el material a la deformación que pueda conllevar el esfuerzo.
Todas estas propiedades, deben ser tenidas en cuenta a la hora de elegir los materiales acorde al tipo de construcción que se vaya a realizar. Así mismo, deben estar regulados por códigos y normativas que definen las características y propiedades que deben reunir y el ámbito de aplicación para el que son adecuados.
Esta regulación permite por igual, que ingenieros, arquitectos y constructores posean conocimientos adecuados sobre los materiales de los que disponen y sus posibles aplicaciones.